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Elecciones regionales en el Reino Unido

Las urnas castigan a Blair en su despedida

Derrota de los laboristas en las autonómicas de Escocia y Gales y en las locales de Inglaterra

Tony Blair resumió las elecciones de ayer como "un buen trampolín" para ganar las próximas generales. Pero puede que el laborismo acabe cayendo en una piscina con muy poquita agua y se rompa la cabeza. Los británicos castigaron a Blair en su última cita electoral antes de anunciar la semana que viene su dimisión. En Escocia, los independentistas del Partido Nacional Escocés (SNP) lograron una ajustada pero histórica victoria. En Gales, donde el laborismo suele arrasar, necesitarán a otro partido para gobernar. Y en Inglaterra, el laborismo perdió una quinta parte de los concejales y municipios que tenía, mientras los conservadores, aunque no mejoraron el porcentaje de voto, registraron un espectacular avance en número de concejales.

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El todavía primer ministro quiso consolarse al subrayar que el laborismo no había sufrido el desplome que algunos pronosticaban. Pero en realidad muy pocos habían vaticinado tal desplome y los resultados se ajustaron sorprendentemente a las expectativas. Aunque no hay datos oficiales sobre porcentaje de votos, las proyecciones de la BBC situaban al Partido Laborista con el 27% y a los conservadores con el 40%. Unos resultados casi gemelos a los de las municipales de hace un año, que permitieron a los dirigentes laboristas afirmar que los tories están estancados y con ese porcentaje no ganarían la mayoría en los Comunes.

Pero los conservadores aumentaron en casi 900 su número de concejales mientras los laboristas perdían casi 500. Ayer ganaron el control de 33 nuevos municipios mientras los laboristas perdían ocho. Y aunque siguen teniendo problemas para entrar en las grandes ciudades del norte (siguen sin tener ni un solo concejal en Manchester, por ejemplo) recuperaron miles de votos en el sur que en los últimos años habían pasado a manos de los liberales-demócratas. El retroceso de los liberales fue quizás la mejor noticia para el Partido Conservador de cara a las elecciones generales, que se esperan para 2009, porque ambos partidos compiten por el voto rural y el de las ciudades menos industrializadas.

El líder conservador, David Cameron, se fue a celebrar sus buenos resultados a Blackpool, donde los tories pasaron de 13 concejales a 26 y los laboristas de 26 a 13. Pero más que un éxito tory, el voto de Blackpool fue un castigo al Gobierno laborista por haber concedido a Manchester la licencia para construir un súper casino al que también aspiraba este decadente balneario del norte de Inglaterra en pleno declive económico.

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Pero la atención estaba ayer centrada sobre todo en Escocia, donde el Partido Nacional Escocés (SNP) de Alex Salmond logró convertirse en el primer partido, con 47 escaños, sólo uno más que los laboristas. Aunque hace dos semanas los sondeos auguraban peores resultados para el laborismo, la corta ventaja de los independentistas no se debió a una contracción de su voto sino a que la campaña del miedo lanzada por el laborismo acabó dándole al partido de Tony Blair y Gordon Brown muchos votos de las circunscripciones regionales -56 escaños que se reparten por el sistema proporcional-, en las que hace cuatro años sólo consiguió cuatro escaños y esta vez ha llegado a ocho.

Aunque ajustada en escaños, la victoria del SNP es espectacular al pasar de 27 escaños a 47, mientras los laboristas han caído de 50 a 46. Es el mal comportamiento de los liberales-demócratas, que se quedaron en 16 escaños cuando esperaban no menos de 20, lo que dificulta a los independentistas la formación de gobierno. Alex Salmond necesita ahora a los liberales-demócratas y a los verdes (que pasaron de siete escaños a dos) para conseguir la mayoría absoluta de 65 escaños.

Pero el líder independentista parecía ayer seguro de convertirse por primera vez en ministro principal de Escocia. "Escocia ha cambiado para bien y para siempre. Tenemos el derecho a gobernar Escocia. Habrá gobiernos y ministros principales laboristas en las próximas décadas, pero el Partido Laborista no podrá ya jamás arrogarse el derecho divino a gobernar", proclamó.

Algo parecido ocurrió en las elecciones a la Asamblea de Gales, un territorio en el que los laboristas siempre gobiernan y donde obtienen mayorías de más del 50% elección tras elección. Pero en los comicios del jueves los laboristas perdieron tres de sus 29 escaños a favor de los nacionalistas del Playd Cymru, que pasaron de 12 a 15. Sin embargo, el laborismo sigue siendo de largo el primer partido en una asamblea de sólo 60 escaños y únicamente una difícil coalición de todos contra el laborismo podría impedir a Rhodri Morgan encabezar de nuevo el Gobierno de la Asamblea de Gales.

En síntesis, las elecciones del jueves marcan un histórico cambio de rumbo en Escocia y ponen las bases para que el Partido Conservador recupere en las próximas generales sus bastiones del sur de Inglaterra, dejando absolutamente abierta la posibilidad lo mismo de un triunfo tory que de un cuarto mandato laborista.

El independentista escocés Alex Salmond, poco antes de conocer los resultados electorales.
El independentista escocés Alex Salmond, poco antes de conocer los resultados electorales.REUTERS

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