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“La gente dice que todo va a ir bien; pero sabes que no tienen esa certeza”

Salir de casa en Gaza es jugarse la vida y quedarse en ella tampoco es seguro. La población civil está pagando un alto precio

Esta niña nació en marzo en el hospital de Al Awda, que hoy está soportando los ataques.
Esta niña nació en marzo en el hospital de Al Awda, que hoy está soportando los ataques.Tineke D'haese (Oxfam)

La gente no para de preguntarme cuál es la situación en Gaza ahora mismo, y yo no sé por dónde empezar a describirla. Aterradora. Peligrosa. Confusa. Son tantas emociones...

Hay ataques aéreos por todas partes y a todas horas. De día y de noche. La noche es lo más duro. Los bombardeos se intensifican y puedes sentir cómo se acercan más y más. Estoy cansada, pero me esfuerzo por no quedarme dormida. Las explosiones dan aún más miedo si te despiertan. Prefiero la vigilia.

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Estamos en el mes de ramadán, el mes sagrado, y deberíamos estar celebrándolo. El iftar, la comida con la que al anochecer rompemos el ayuno, es una importante celebración familiar. Normalmente, las familias de mis hermanos y hermanas se unen a nosotros o, en otras ocasiones, lo celebro con mis amigos en la playa. Este año, sin embargo, hemos pasado el iftar solos, con el sonido de las explosiones y las ambulancias de fondo, y llamando por teléfono a nuestros familiares para comprobar que estaban bien. Mi sobrina de nueve años, Arwa (como yo), me llama todos los días a primera hora para que le asegure que todo va a ir bien. La gente dice que lo hará, que todo irá bien, pero sabes que no tienen esa certeza. Cada día llamo por teléfono a mis amigos, aterrada por recibir malas noticias.

Durante el día intentamos trabajar, al menos tanto como las medidas de seguridad lo permiten. Hoy, desde Oxfam hemos distribuido vales de comida entre las familias que han tenido que abandonar sus hogares. Las necesidades son cada vez mayores. Un sistema de suministro de agua que abastece a 70.000 personas ha sido destruido completamente y una clínica para mujeres embarazadas ha sufrido graves daños. La violencia continúa y la población civil está pagando un alto precio. Hablo de forma regular con las organizaciones con las que Oxfam trabaja, con ingenieros que evalúan los últimos daños, con hospitales que tienen dificultades para atender a todas las víctimas y hacer frente a la escasez de combustible, con pescadores cuyas barcas han sido destruidas...

A veces nos quedamos en casa porque salir es demasiado peligroso. Las calles están vacías y las tiendas cerradas. El tiempo pasa muy despacio en casa... No dejamos de ver las noticias, llenas de niñas y niños asesinados y hogares destruidos. A veces siento la necesidad de cambiar de canal y ver otra cosa. Un drama, una comedia... Pero me siento culpable. Es el Mundial de Fútbol y, normalmente, los cafés están llenos de hombres viendo el partido. Pero ahora es demasiado peligroso.

La población de Gaza tiene una capacidad de recuperación enorme. Esta es la tercera ofensiva militar en seis años. Pienso en los niños y las niñas como mi sobrina y no quiero que se acostumbren a esto. Los hijos de mi hermana tienen tanto miedo... Una bomba cayó junto a su casa e hizo añicos los cristales de las ventanas. Afortunadamente, estaban durmiendo en el salón, que sólo tiene una ventana, y nadie resultó herido. Ahora no quieren separarse de su lado, ni cuando tiene que ir al baño.

Incluso entre periodos de conflicto —los periodos de calma—, los ataques aéreos son frecuentes y el bloqueo anquilosa nuestras vidas. Impide a las personas encontrar trabajo, desplazarse libremente y disfrutar de una vida normal. La gente de Gaza quiere paz y justicia. Necesitamos una solución a largo plazo para Gaza, para que mi sobrina y otros niños y niñas tengan el futuro que se merecen.

Arwa Mhanna es responsable de medios de Oxfam en Gaza (@arwamhanna).

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