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El Gobierno de Monti inicia la fase dos del plan de rescate de Italia

Berlusconi se desmarca de un apoyo incondicional al Gobierno tecnocrático

Mario Monti ha convocado a sus ministros para arrancar la fase dos del rescate de Italia. Tras los ajustes y las subidas de impuestos, el profesor y su equipo se dedicarán a fomentar el crecimiento. Antes de finales de enero presentarán un nuevo paquete. La reunión ha durado tres horas, se ha cerrado con la promesa de explicar en las próximas horas las medidas tomadas y con la habitual discreción destinada a infundir una sensación de pleno control de la situación. Sin embargo, el apoyo siempre más templado del centro-izquierda y el creciente malhumor del Pueblo de la Libertad ponen en tela de juicio la acción de un Gobierno que ya no tiene un cheque en blanco.

El Ejecutivo que está llamado al rescate del país enfermo —el mismo Monti bautizó su plan de ajuste “Plan salva Italia”— a mediados de noviembre obtuvo la confianza del Congreso con 556 síes y 60 noes (los diputados son 630). Apenas un mes después, cuando presentó su severo plan 495 diputados votaron a favor y 88 en contra.

“El problema”, comenta Stefano Folli, analista del diario Il Sole 24 Ore, “es armonizar dos aspectos en apariencia incompatibles: el perfil técnico de un Gobierno que no es expresión de los partidos, aunque votado en el Parlamento; y la necesidad de reconquistar cada día el consenso de las fuerzas políticas sin dejarse condicionar demasiado”.

"La mayoría que avala al Gobierno es tan amplia como frágil", señala un experto

Aquí va la paradoja: Monti necesita a los partidos, pero la búsqueda de apoyo pone en peligro una acción rápida, eficaz e independiente. El Gobierno deseado por el presidente de la República y bendecido por una inédita unidad parlamentaria, podría no tener tanto poder de iniciativa. “Sobre todo porque la mayoría que le avala es tan amplia como frágil”, añade Folli, “y no se basa en la presencia de los secretarios en el aparato de gobierno, sino en la buena voluntad y en la conveniencia de tres líderes que intentan llevarse bien”.

Los tres hombres que la situación ha convertido en amigos son Angelino Alfano, secretario del Pueblo de la Libertad, fundado por un Berlusconi oficialmente en la segunda línea pero aún todopoderoso; Pierferdinando Casini, de la católica Unión de Centro, que por fin parece crucial en los equilibrios parlamentarios tras el fracaso sin apelación del modelo bipolar; y Pierluigi Bersani, del centroizquierdista Partido Democrático.

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Esta última parte del hemiciclo, que se opuso a Berlusconi y personalizó en Monti el único antídoto posible a la decadencia no solo financiera del país, sigue sosteniendo al Gabinete. El Partido Democrático declara su apoyo, aunque sus líderes precisan “que actuarían de otra forma, pero como la situación es urgente engullen la píldora”, intentando desmarcarse de las subidas fiscales y de las normas que hacen más fácil despedir y más difícil jubilarse. Por otra parte, se mantiene igual de incondicional el amor de Casini, que se recupera en las encuestas al presentarse como el paladín de la responsabilidad nacional.

El Pueblo de la Libertad, de Il Cavaliere, está dividido sobre la estrategia a seguir

Las preocupaciones llegan del Pueblo de la Libertad, que gobernó hasta el 12 de noviembre junto con la Liga Norte y cuyas facciones Alfano no consigue dominar. La fuerza más representada en el Parlamento (212 escaños) votó unida a favor de Monti, pero ahora aparece dividida sobre qué estrategia le conviene más. Los llamados palomas, los más moderados, casi todos antiguos democristianos, abogan por un leal apoyo al equipo de tecnócratas, mientras los halcones (antiguos socialistas y neofascistas) proclaman su insatisfacción y alertan contra el golpe blanco representado por un Ejecutivo que no salió de las urnas. Berlusconi intenta complacer un poco a unos y un poco a los otros. Husmea, espera, mantiene sus pies en dos zapatos.

“La estrategia de Berlusconi es clara”, señalan los economistas Paolo Manasse y Giulio Trigiliaen de la prestigiosa página lavoce.info. “Va a depender”, comentan, “de qué efectos provocarán las medidas del Gobierno sobre la economía. Si, como parece previsible, en el corto plazo producen un empeoramiento de la coyuntura y un descenso en la popularidad del nuevo Gabinete, es probable que Berlusconi intente sacar provecho, retirar el apoyo y presentarse a los ciudadanos como aquel que piensa en el crecimiento y rechaza los sacrificios impuestos por los técnicos”.

 

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