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El club de los duros se prepara para resistir el asalto

Los Gobiernos de Holanda, Finlandia y Austria acompañan a Berlín en la lucha contra la mutualización de la deuda La fortaleza de partidos populistas en los tres países dificulta las maniobras de sus gobernantes

Andrea Rizzi

Angela Merkel no está sola. En estos años de durísima lucha política en el seno de la zona euro, Berlín ha contado con el respaldo constante de los Gobiernos de Holanda, Austria y Finlandia. Estos tres países —que suman unos 31 millones de habitantes y casi el 12% del PIB de la zona euro— han opuesto hasta ahora una estrenua resistencia a las peticiones de mutualización de la deuda europea, de acciones heterodoxas del Banco Central Europeo, o a un ablandamiento de las condiciones de ajuste fiscal impuestas a los países rescatados.

A veces, en la pugna política europea, estos países de tamaño reducido son descritos como meros escuderos de Berlín. Pero tienen relevancia propia. Hay que tener en cuenta al menos dos factores: el primero, es que en Europa el derecho de veto de cada Estado todavía pesa sobre un amplio abanico de políticas; el segundo, es que junto con Alemania, el frente del rigor (¿mortis?) financiero y moral representa un 40% del PIB de la zona euro y, sobre todo, el núcleo cuyas finanzas mantiene la mejor calificación de las agencias (aunque Austria sufrió una rebaja). Esto es un elemento fundamental para garantizar la credibilidad y facilitar el apalancamiento de los fondos europeos de rescate.

Las opiniones públicas de estos prósperos países rechazan por abrumadoras mayoría tener que cargar con las deudas de otros. En los tres casos, partidos de corte populista han cabalgado esos sentimientos y cosechado notables resultados. Los gobernantes locales han tenido muy en cuenta esta situación, y lo siguen haciendo. Sus tres ministros de Finanzas se negaron en redondo durante un Eurogrupo la semana pasada a ablandar las condiciones impuestas a Grecia. Pero el frente es hoy menos sólido que antaño. Y, al otro lado de la trinchera, la llegada al poder de François Hollande y su nuevo eje con Mario Monti y Mariano Rajoy han cambiado los equilibrios.

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Holanda se halla actualmente con un Gobierno en funciones y celebrará elecciones anticipadas el próximo 12 de septiembre. El populista y euroescéptico Partido de la Libertad de Geert Wilders retiró el apoyo externo que brindaba al Ejecutivo de coalición (liberal-democristiano) holandés. El casus belli fue el plan de recortes impulsado por el primer ministro Mark Rutte para cumplir con el objetivo europeo de contener el déficit por debajo del 3% del PIB.

Un reciente sondeo señala que un 64% de los holandeses se opone a la idea de avanzar hacia una mayor integración política europea, y solo el 20% considera que la solución de la crisis pasa por una mayor transferencia de poderes a Bruselas. La cercanía de la cita electoral desde luego incita particularmente a los partidos gobernantes a no aceptar medidas que serían impopulares. Pero, a la vez, el tener un gobierno en funciones y elecciones anticipadas en septiembre mermará la capacidad de influencia de Holanda en la cumbre del jueves y viernes y en las importantes semanas venideras.

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En Austria, el Gobierno de coalición (socialdemócrata-democristiano) liderado por el canciller Werner Faymann ha flexibilizado su posición. “Cosas a las que nos oponíamos frontalmente hasta hace un par de meses parecen ahora menos discutibles en vista de las alternativas”, declaró una fuente gubernamental austríaca a la agencia Reuters. “Por ejemplo, en cuanto a los eurobonos, algo a lo que nos negábamos de manera absoluta, seguimos diciendo que no es nuestra primera opción, pero a largo plazo estamos dispuestos a considerarlos”, dijo la fuente.

La ministra de Finanzas austriaca, Maria Fekter, ha pisado varios callos europeos en los últimos meses con su retórica dura y explícita; pero en el Parlamento de Viena pronunció recientemente un rotundo discurso proeuropeo: “Europa es nuestro garante de la paz. No queremos que el nacionalismo se dispare. Nos ha ocurrido antes, y sabemos que tenemos que evitarlo”, dijo Fekter, en referencia al ascenso de la ultraderecha antes de la anexión nazi.

En Austria también, el populista y derechista Partido de la Libertad liderado por Heinz-Christian Strache se mantiene fuerte en las encuestas, por encima del 20% de los votos. La actual legislatura austriaca se agotará al año que viene.

Finlandia, en cambio, mantiene firme el pulso. “Demasiados países han recibido demasiados préstamos demasiado baratos por demasiado tiempo. No queremos institucionalizar esto si no se asegura que todos respeten las reglas, lo que no ha sido el caso hasta ahora”, ha declarado recientemente Jyrki Katainen, primer ministro finlandés. Su Gobierno es proeuropeo y se esfuerza para no entorpecer la búsqueda de soluciones a la crisis, pero en más de una ocasión se ha mantenido firme en sus exigencias.

El país nórdico superó en los años noventa una dura crisis que forzó importantes recortes en su Estado de bienestar. En buena medida, la opinión pública finlandesa considera que los países en dificultad pueden y deben superar los problemas con sus esfuerzos. El partido populista Auténticos Finlandeses ha explotado a fondo este sentimiento y logró un 19% de los votos en las legislativas del año pasado. En las posteriores presidenciales, sin embargo, su resultado fue más modesto.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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