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Rajoy reclama al Consejo Europeo que se cumplan los acuerdos

Merkel insiste en que quiere un supervisor que haya demostrado su eficacia

El jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy, llegó a su cita con los otros líderes europeos poco antes de las cinco de la tarde, sin detenerse a hacer declaraciones, con la intención de dar a sus homólogos las últimas novedades sobre la situación de la economía española y reclamar de nuevo la rápida entrada en vigor de lo acordado por ellos mismo en junio para consolidar la Unión Económica y Monetaria: que el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) pueda recapitalizar la banca una vez se haya constituido el supervisor financiero único que debería ver la luz a principios de 2013 como muy tarde. El plan se hace añicos ante la resistencia de una Angela Merkel que reclama, más que un calendario-fetiche, que el supervisor haya demostrado su eficacia, lo que retrasa de forma sustancial lo que para España es cuestión urgente

“España no ha pedido asistencia más allá del programa de recapitalización bancario”, recordó ayer José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión, al tiempo que el del Consejo, Herman Van Rompuy, apuntaba que “es España la que tienen que tomar una decisión, que nosotros respetaremos". La canciller alemana dice haber repetido “una y otra vez” a Rajoy la misma idea de que debe tomar la iniciativa en la reclamación de asistencia adicional del MEDE para un rescate que vaya más allá del bancario.

España y la UE deberán seguir deshojando la margarita del rescate a juzgar por la pronosticada falta de resultados concretos en este Consejo Europeo de octubre. Todas las partes interesadas volvieron a repetir en la cumbre fórmulas ya conocidas: los responsables europeos, que todo está preparado para cuando lo pida España, y Rajoy poniendo cara de póker, dejando el tiempo correr y reclamando, tan reiterada como infructuosamente, que se cumplan los acuerdos de junio, que permitirán a España la recapitalización directa de la banca sin cargar las cuentas públicas y ahorrarse hasta 400 puntos básicos sobre los peores momentos del pasado verano.

El rescate está políticamente decidido y ahora se trata de concretar más el cómo que el cuándo, que mercados y analistas fijan en un plazo de pocas semanas, inspirados por la decisión de Moody's de no degradar aún más la deuda de España a instancias de responsables de ambos lados del Atlántico, en el secreto de cómo están las cosas y de lo que acabará por pasar.

Ahí entra en juego la genética precaución, o desconfianza, de Rajoy, que quiere asegurarse de que la línea de crédito preventiva y limitada, con sus lógicas condiciones asumibles a día de hoy, no se convierta en un nuevo baldón si España incumple los objetivos del déficit (en teoría del 3% en 2014), como todo lleva a pensar que acabará por ocurrir.

La petición de esa línea de crédito por parte del Gobierno español es lo que el Banco Central Europeo exige como condición —otra más para España, pero ahora salvadora— para anunciar que saltará a la palestra para adquirir bonos españoles, una voluntad de Mario Draghi cuya simple enunciación serviría para rebajar drásticamente la presión sobre la deuda española, se lleve o no a la práctica.

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Fuentes del Gobierno español insistían anoche en que Madrid está a la espera de la definición detallada del mecanismo de rescate que el BCE tiene en mente y que “cuando esté definido hasta sus últimos términos Rajoy tomará la decisión que más convenga a España y mejor sea para el euro”.

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