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La nueva misión de Allen: acabar con el Estado Islámico

El general retirado, que estabilizó Anbar, es el enviado especial en la coalición contra el yihadismo

Allen y Obama, este martes en la Casa Blanca.
Allen y Obama, este martes en la Casa Blanca.GARY CAMERON (Reuters)

El general John Allen vuelve a la primera línea. Un año y medio después de retirarse del Ejército, Allen ha sido designado por el Gobierno de Estados Unidos como enviado especial en la coalición global para combatir al grupo yihadista Estado Islámico (EI). Este hombre de 60 años, de talante discreto, hábil negociador y partidario de la línea dura contra el yihadismo tiene ante sí la ardua tarea de mantener unida a una amalgama de socios occidentales y árabes que tienen en común su animadversión por el EI, pero que mantienen significativas diferencias de fondo y formas sobre cómo combatirlo. Experiencia militar en Oriente Próximo no le falta, pero a ésta tendrá que unirle habilidades políticas.

Allen -con 38 años de carrera en el Cuerpo de Marines donde llegó a ser general de cuatro estrellas- se reunió este martes en la Casa Blanca con el presidente de EE UU, Barack Obama, con quien abordó los primeros pasos de la estrategia internacional contra el EI anunciada la semana pasada por el mandatario demócrata. Obama le subrayó que el plan para “degradar y finalmente destruir” al grupo yihadista requiere de un “amplio rango” de esfuerzos políticos, diplomáticos, militares y económicos, según un comunicado de la Casa Blanca.

Obama “agradeció” a Allen su larga carrera militar y haber “seguido sirviendo a su país” como civil. Los dos se conocen bien. La designación de Allen es un reflejo de que el mandatario mantiene la confianza en un mando militar que tuvo un papel clave en Irak y Afganistán, pero cuya imagen y carrera militar, que apuntaba a lo más alto, quedó ensombrecida a finales de 2012 por el escándalo extramatrimonial que obligó a dimitir al director de la CIA, el general David Petraeus.

En noviembre de 2012, el Pentágono abrió una investigación a Allen por unos correos electrónicos que intercambió con Jill Kelley, implicada en el triángulo amoroso de Petraeus. Eso llevó la Casa Blanca a suspender durante dos meses el proceso de nombramiento de Allen como Comandante Supremo Aliado de la OTAN. Tras ser exonerado en enero de 2013 de cualquier vulneración del reglamento militar, la Administración Obama reanudó su nominación para el prestigioso cargo de la Alianza, que en el pasado ostentó, entre otros, el expresidente de EE UU Dwight Eisenhower.

Allen tuvo un papel clave en Irak y Afganistán, pero su imagen y carrera militar que apuntaba a lo más alto quedó ensombrecida en 2012 por el escándalo extramatrimonial de Petraeus

Pero en menos de un mes el general se cerraba la puerta a ese broche dorado a su carrera. A finales de febrero, anunciaba que se retiraba del Ejército para cuidar de su mujer enferma y desvinculaba la decisión con el escándalo Petraeus. Desde entonces, Allen -casado y padre de dos hijas- no ha desaparecido del todo. Se ha afiliado como analista a varios laboratorios de ideas en Washington y ha asesorado sobre Oriente Próximo a los departamentos de Defensa y de Estado.

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Su última responsabilidad pública fue desarrollar para el secretario de Estado, John Kerry, un plan de seguridad para Israel y Cisjordania en el marco de su fallido acuerdo de paz entre israelíes y palestinos, que naufragó en abril. Ahora Kerry ha encomendado a este “patriota y líder notable” la misión de “ayudar a construir y sostener” la coalición contra el EI, que controla partes de Irak y Siria.

EE UU empezó el 8 de agosto a bombardear posiciones del grupo yihadista en el norte de Irak y el pasado miércoles Obama amplió esas operaciones a todos los blancos en ese país y Siria. Para Allen, sin embargo, la ofensiva aérea llega tarde. “Tenemos que atacarlos con un golpe duro”, dijo el general respecto al avance insurgente en Irak en una entrevista publicada el 12 de junio en el portal Defense One. Washington, sostuvo, tiene la “obligación” de ayudar a los iraquíes. A los cuatro días, Obama anunciaba el envío de 275 militares para proteger la Embajada de EE UU en Bagdad pero no sería hasta casi dos meses después que llegarían los bombardeos.

Allen tiene fama de duro y conoce bien el laberinto iraquí. Entre 2006 y 2008 prestó servicio en Irak como subcomandante en la provincia de Anbar, al oeste de Bagdad. Fue clave en estabilizar Anbar en un momento en que el presidente republicano George W. Bush aumentó el número de soldados en Irak. Logró acercarse a los líderes suníes de la provincia que recelaban del Gobierno central chií y convencerles -con protección e incentivos económicos- de alejarse de la insurgencia suní.

Con el avance de los yihadistas del EI, también suníes, la inestabilidad ha vuelto a Anbar. Y el general volverá a tratar de revertirlo. “Usará sus relaciones previas con los líderes tribales para crear una guardia nacional en Anbar”, afirmó este martes en el Senado el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Martin Dempsey.

Tras su paso por Irak, Allen sirvió tres años como vicecomandante del Comando Central del Ejército de EE UU -que es el que ahora coordina los ataques contra el EI- hasta que Obama lo designó en 2011 como comandante de las tropas aliadas de la OTAN en Afganistán. En febrero de 2013 Allen dejaba su cargo en Afganistán y se retiraba del Ejército. Ahora, vuelve a la primera línea.

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