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Grecia y la zona euro se lanzan ultimátums

El aumento de la tensión denota que la cuenta atrás definitiva para el pacto ha empezado

Claudi Pérez
El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis.
El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis. Petros Giannakouris (AP)

Crece la tensión entre Atenas y la eurozona: esa es la señal de que la cuenta atrás definitiva para el acuerdo entre Grecia y sus acreedores ha empezado. Grecia amenazó este jueves con un impago al FMI el 5 de junio. Bruselas apunta a una nueva ampliación del segundo rescate, y en caso de desacuerdo prepara un contraataque: su propio ultimátum, con dinero a cambio de reformas exprés.

“La negociación está llegando a un punto crítico”, dijo este jueves el portavoz de Syriza, Nikos Filis. El ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, apuntó que su Gobierno no tendrá dudas si tiene que elegir entre devolver dinero al Fondo y pagar a su gente: “La prioridad es pagar los sueldos públicos y las pensiones”. La eurozona no quiere verse envuelta en ese tipo de líos y tiene su propia estrategia. Los socios del euro preparan un golpe de efecto. El plan A sigue siendo un acuerdo, con medidas difíciles de tragar para Grecia en el mercado laboral y las pensiones, pero a la vez con dinero sobre la mesa inmediatamente, metas fiscales más suaves, una extensión del segundo rescate de hasta tres meses más y la promesa de una futura reestructuración de deuda.

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En caso de que Atenas se siga negando a traspasar sus líneas rojas, Bruselas ultima un plan B: los acreedores están preparando de forma unilateral un documento (denominado Borrador del Acuerdo a Nivel Técnico) que funcionaría como una suerte de ultimátum: un lo tomas o lo dejas. Si se llega al 5 de junio sin acuerdo y Atenas no paga un vencimiento de 300 millones al FMI, la eurozona pondrá al primer ministro Alexis Tsipras en la tesitura de firmar ese documento si quiere ayuda de emergencia a cambio de un puñado de “acciones prioritarias”, medidas legislativas que deberían aprobarse en junio y que le obligarían a romper promesas electorales. Eso permitiría también ampliar el segundo rescate y servir como base para las condiciones de un eventual tercer programa. “No queda más tiempo, no hay avances sustanciosos y con esa solución puede evitarse un escenario de pesadilla”, explicó un ministro de la eurozona.

Crisis política

Bruselas quiere evitar a toda costa un impago que provocaría sacudidas en los mercados. Los europeos parten de la base de que no pagar al FMI no provoca automáticamente el default —la dirección del Fondo tarda 30 días en declararlo—, ni la tarjeta roja de las agencias de riesgos. Esa medida extrema elevaría varios peldaños la tensión, pero funcionaría como catalizador: permite a Tsipras vender en casa un acuerdo in extremis, pese a haberse resistido una y otra vez a esas condiciones. Si consiguiera el plácet del Parlamento —con la segura oposición del ala izquierda de Syriza—, obtendría fondos para satisfacer el vencimiento del FMI y pasar el verano, aun a costa de tener que convocar un referéndum. A partir del verano el calendario de vencimientos es menos exigente.

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En las últimas semanas ha habido ciertos avances: el grupo de Bruselas, que se reúne esta semana, ha logrado acercamientos en las metas fiscales (con un nuevo IVA y la posibilidad de una tasa a las transacciones bancarias) y en privatizaciones, pero Grecia sigue resistiéndosea volver a bajar pensiones y a flexibilizar más el mercado laboral. En esos dos asuntos, está el final de la partida.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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