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México recaptura al hijo del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación

Rubén Oseguera, detenido este martes, estuvo en la cárcel hasta que un juez lo liberó en enero por falta de pruebas

Luis Pablo Beauregard
Rubén Oseguera González, alias el Menchito.
Rubén Oseguera González, alias el Menchito.Alex Cruz (EFE)

Rubén Oseguera González, conocido como Menchito, no supo aprovechar la segunda oportunidad que le dieron las fallas del sistema de justicia mexicano. El hijo de Nemesio Oseguera, El Mencho, líder y fundador del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), había sido liberado en enero de este año. La fiscalía había fracasado al probar las acusaciones que hizo, que lo señalaban como uno de los mandos más importantes de la banda de narcotraficantes. Sus posibilidades se hicieron añicos cuando el cártel al mando de su padre derribó un helicóptero del Ejército el pasado 1 de mayo, matando a nueve soldados. El Estado mexicano no lo olvida.

Este es el más reciente golpe que el Gobierno ha dado al CJNG, que se ha convertido en el dolor de cabeza para Enrique Peña Nieto. La sanguinaria organización aumentó su poder al oeste de México mientras el Estado debilitaba a bandas rivales como los Caballeros Templarios, los Zetas y el Cártel de Sinaloa. Las autoridades lanzaron el Operativo Jalisco hace dos meses para anular la organización.

La noticia de la detención ha dejado un efecto de déjà vu en México. Las autoridades hicieron un anuncio similar el 30 de enero de 2014. En ese entonces, los criminales habían reaccionado al arresto quemando tres vehículos en diferentes puntos de la ciudad de Guadalajara, la tercera ciudad más importante de México. El comisionado de seguridad, Monte Alejandro Rubido, lo señaló como el responsable de coordinar la compra y venta de drogas en América del Sur.

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Pero los dichos del Gobierno no fueron suficientes. Menchito, de 25 años, abandonó la cárcel de máxima seguridad tras una estancia de once meses porque la fiscalía no presentó pruebas suficientes que sostuvieran las acusaciones.

"El caso refleja la debilidad estructural del poder judicial”, señala Javier Oliva, académico de la UNAM. La liberación, considera este experto en temas de seguridad, “evidencia la falta de organización de las áreas civiles que luchan contra el crimen organizado”.

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Tras su liberación, Menchito se reintegró a la estructura criminal para coordinar la venta de droga a Estados Unidos y robar gasolina, un negocio que reditúa millones de pesos a las bandas del crimen organizado.

Rubido dijo este martes que labores de inteligencia de policías federales y soldados del Ejército permitieron ubicar a Menchito esta madrugada “mientras circulaba a bordo de su vehículo”. En el coche viajaba también Julio Alberto Castillo Rodríguez, de 38 años, que también era buscado por la justicia. “Rubén Oseguera se conducía con un perfil muy bajo para intentar pasar inadvertido [se había operado la nariz], por lo que no contaba con despliegue de seguridad alguno”, dijo el comisionado. Ambos fueron detenidos sin que se realizara ningún disparo. A bordo del vehículo los soldados encontraron dos fusiles AR-15 grabados con la palabra Menchito, dos rifles Ak-47 y dos armas cortas.

La versión del Gobierno no coincide con las primeras crónicas de los periodistas locales, que aseguran que el presunto narcotraficante fue detenido en una casa de una urbanización de clase media de Zapopan. Los textos citaban a un jardinero del conjunto habitacional, que había sido testigo del ingreso de una veintena de militares que rompieron las cámaras de seguridad que vigilaban el exterior de la residencia.

El CJNG sigue pagando el desafío que han realizado a las fuerzas de seguridad. Además de derribar el Cougar, también asesinaron a 15 policías estatales de Jalisco. El 22 de mayo un nutrido grupo de policías federales se enfrentó contra una célula de criminales de este grupo. 42 presuntos narcotraficantes y un policía murieron en lo que se ha convertido en el peor enfrentamiento registrado en el actual Gobierno. Javier Oliva afirma: “Fue un error derribar el helicóptero. Nadie puede derrotar al Estado”.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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