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Argentina empieza en las primarias su giro al centro

La campaña electoral, que abrirá el camino hacia las presidenciales de octubre, ha concluido sin un solo debate televisivo

Carlos E. Cué
Operarios descargan las urnas para las primarias de Argentina.
Operarios descargan las urnas para las primarias de Argentina.R. CEPPI

La campaña electoral para las primarias argentinas, que marcarán el domingo el camino hacia las elecciones presidenciales de octubre, ha concluido sin un solo debate televisivo entre los principales candidatos y sin que haya habido siquiera un cruce sobre alguna propuesta novedosa o polémica. No hay apenas debate ideológico, ni choque de modelos de país, incluso en las decisiones económicas que habrá que tomar para resolver la crisis en la que ha entrado Argentina. “Vamos a sostener lo que haya que sostener, profundizar lo que haya que profundizar y cambiar lo que haya que cambiar”, apuntó el candidato oficialista Daniel Scioli.

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Los dos candidatos principales moderan sus discursos y evitan cualquier choque ideológico. Todo está indefinido y ambos, Daniel Scioli y Mauricio Macri, alcalde de Buenos Aires durante los últimos ocho años, no solo tienen recorridos personales parecidos sino que lanzan discursos similares, aunque el kirchnerista Scioli habla de continuidad y Macri de cambio. Lo único seguro así es que, gane quien gane, la política argentina va a sufrir un claro giro al centro.

Scioli, que fue fichado por Menem en los noventa, cuando el peronismo dio su enésimo giro y se entregó a la política neoliberal de las privatizaciones —fue la época en la que se vendió Repsol a YPF— pertenece a esa ala del peronismo, la más a la derecha.

Scioli fue fichado por Menem en los noventa cuando el peronismo dio un giro hacia la política neoliberal

Macri, que viene del mundo de la derecha clásica argentina, con un padre que es uno de los empresarios más ricos del país, ha ido moderando su discurso y ahora reivindica incluso las nacionalizaciones del kirchnerismo y dice que no las va a tocar, en especial las dos más significativas, la de la petrolera YPF —que se expropió a la española Repsol en 2012— y la de Aerolíneas Argentinas, que también fue de la española Marsans. Macri dice que él las gestionará mejor, pero promete que no las va a privatizar. De momento es el mejor posicionado en Cambiemos, la principal alianza opositora, en la que compite con otros dos candidatos.

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Este giro de los dos candidatos, sobre todo de Macri, obedece a una evidencia que confirman todas las encuestas. Los argentinos, después de los noventa neoliberales y la terrible crisis de 2001, ven en el Estado a un garante de la estabilidad, como un seguro. La opinión pública dominante defiende la presencia de lo público en todas las esferas de la economía. En un proceso casi contrario al que se vive en Europa, Argentina, como ha sucedido en buena parte de América Latina, se ha hecho más estatalista que nunca en su historia y los candidatos huyen de cualquier mensaje de ajuste fiscal que pueda asustar a los electores. Ni siquiera la palabra “ahorro” está en los mítines, como mucho se habla de “mejorar la gestión”.

Macri, que viene del mundo de la derecha clásica argentina, con un padre que es uno de los empresarios más ricos del país, ha ido moderando su discurso

Algunos candidatos con menos posibilidades, como el peronista disidente, Sergio Massa, el radical Ernesto Sanz o la socialdemócrata Margarita Stolbizer sí han tratado de introducir propuestas más concretas en campaña, pero no han generado un gran debate. Todo se concentra más en una batalla de imagen, con millones de dólares gastados en publicidad y en construir un relato de los dos principales candidatos. Las órdenes de sus estrategas son claras: evitar la concreción.

Iglesia y Estado

El giro al centro es evidente. Tanto, que los dos candidatos compiten para ver quién defiende con más fiereza la presencia del Estado en la economía. “Los desafío a ver quién tiene un Estado más presente, si el nuestro o el de ellos en el cual hay cortes de luz con frío y calor, el transporte funciona mal y la seguridad no existe. El Estado es lo que hicimos nosotros en la ciudad con más escuelas, jardines, parques y más policía metropolitana, docentes y médicos”, asegura Macri.

“Necesitamos un Estado solidario que achique la brecha, la desigualdad, que siembre oportunidades y que tenga presente la agenda que marca el Papa Francisco”, dice Scioli, que utiliza en casi todos sus mítines e incluso en sus vídeos electorales al Papa, un hombre al que muchos en Argentina definen como “peronista de libro”.

La opinión pública dominante defiende la presencia de lo público en todas las esferas de la economía

Bergoglio ha permitido esa utilización de su imagen por parte del peronismo. En el mítin de cierre de campaña Scioli dijo que además de “las tres t” que marcó el Papa en su última visita a Latinoamérica, “tierra, techo y trabajo” él quiere añadir tres “i”, “inversión, innovación, investigación”. El uso del Papa para construir el discurso peronista es indisimulado, y ahí Macri no puede competir.

Las elecciones primarias llegan así sin que haya prácticamente debate de fondo, simplemente con el choque entre las ideas de continuidad o cambio y las promesas de un estilo diferente de Gobierno sin mucho detalle. Nadie quiere aclarar sus planes para después de las elecciones porque eso, señalan los estrategas, solo serviría para perder votos.

La universidad estatal deja de formar presidentes argentinos

ALEJANDRO REBOSSIO, Buenos Aires

Desde que regresó la democracia a Argentina, en 1983, los siete presidentes que se han sucedido eran abogados graduados en la universidad pública. Pero los tres candidatos favoritos de las elecciones primarias de este domingo fueron a centros privados. El oficialista Daniel Scioli ha reanudado este año, en plena campaña electoral, su licenciatura en mercadotecnia en la Universidad Argentina de la Empresa y le faltan dos asignaturas para terminar. El centroderechista Mauricio Macri es ingeniero por la Universidad Católica Argentina y el peronista opositor Sergio Massa acabó su carrera hace solo dos años, en su anterior campaña a diputado, en la de Belgrano.

En 2000 se graduaban 50.000 estudiantes en las universidades públicas de Argentina y 10.000 en las privadas, el 20% del total, que aumentó en 8 puntos en 2010. En los últimos 32 años, Argentina fue presidida por graduados de la Universidad de Buenos Aires (Raúl Alfonsín, Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde), de la de Córdoba (Carlos Menem y Fernando de la Rúa) y de la de La Plata (los esposos Kirchner).

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