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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cifras y cuotas

Los 449.421 llegados por el Mediterráneo este año son el 1% de la población española

Naiara Galarraga Gortázar

No espere nombres, aquí solo hay números. Las noticias sobre los refugiados e inmigrantes que llegan desesperados a Europa están salpicadas de cifras (miles de rescatados en el Mediterráneo, miles que cruzan la frontera entre Hungría y Austria, miles que llegan a Múnich) y es fácil perderse porque los números le hablan a muy poca gente. Las comparaciones son siempre más agradecidas. Por el Mediterráneo ha llegado mucha más gente que huye de guerras como la de Siria (refugiados) o que buscan la prosperidad que, digamos, Bangladesh no ofrece (inmigrantes) que en años anteriores. Suman 449.421 personas desde enero, según ACNUR. Esos muchachos, esas familias y esos muchísimos niños que vemos desembarcar de lanchas y caminar hacia el norte suponen todos juntos el 1% de la población española. O cinco veces los aficionados que caben en las gradas del estadio del Real Madrid.

Buena parte de ellos son sirios. Los europeos han descubierto súbitamente este verano lo que durante cuatro años han preferido no ver. Quien estuvo atento vio que en cierto momento algunos sirios, que habían acogido refugiados iraquíes tras la invasión de EE. UU., buscaban refugio ¡en Irak! Porque la guerra que empezó en 2011 como una revuelta popular contra el dictador y derivó en una guerra civil a varias bandas, incluido el Estado Islámico, ha destruido el país y ha echado de sus casas a 12 millones de personas: uno de cada dos sirios o algo menos de los 15 millones de desplazados que originó la Segunda Guerra Mundial en Europa.

Cuatro millones cruzaron la frontera y en los países vecinos empezaron a brotar ciudades de tiendas de campaña. En el diminuto Líbano se han instalado un millón (suponen el 28% de la población), en Jordania, 600.000 (el 10%) y en Turquía, dos millones (el 2,5%). El conflicto se enquista, la ayuda escasea. ACNUR ha reducido las raciones de comida porque solo ha logrado el 37% de los 4.500 millones que pidió para atender a los sirios este año.

Ahora vienen más a Europa porque allá la ayuda merma... se arriesgan porque ejercer el derecho al asilo requiere llegar al país donde vas a solicitarlo. A esta Europa sumida en una crisis económica, que es no obstante un club de países ricos con 500 millones de habitantes, se estima que han llegado más de 200.000 sirios.

La clave de la respuesta europea son las cuotas. Esas cifras sobre las que los líderes europeos llevan cuatro meses debatiendo ferozmente. La propuesta nació para aliviar a Grecia e Italia, puntos de llegada más frecuentes. Los países europeos ya han aceptado repartirse 32.000 sirios y eritreos (que escapan de uno de los regímenes más represores del mundo) pero no mañana, ni siquiera este mes. Se han dado dos años. Una eternidad para quien cruza fronteras a pie con un crío en cada mano y la vida en una mochila. La propuesta original eran 40.000 personas pero no hubo acuerdo. Esos 32.000, por cierto, suponen diez veces los rescatados este sábado en el Mediterráneo.

Los ministros de los Veintiocho celebran este martes otra reunión sobre el reparto de otros 140.000 refugiados (de los que a España le corresponderían 15.000, una quinta parte del aforo del Bernabéu). Las famosas cuotas y si deben ser obligatorias: esa es ahora la gran batalla política para poner una tirita a un problema inmenso de compleja solución.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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