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Los ciudadanos desafían al miedo bajo extrema tensión

Desoyendo la prohibición oficial, miles de ciudadanos acudieron a la plaza de la República

Dos policías en guardia durante los momentos de pánico vividos junto al restaurante Le petit Cambodge, en París el 15 de noviembre de 2015.
Dos policías en guardia durante los momentos de pánico vividos junto al restaurante Le petit Cambodge, en París el 15 de noviembre de 2015.DOMINIQUE FAGET (AFP)

París ha vivido un extraño fin de semana. Tras los más graves atentados terroristas de su historia reciente, los ciudadanos han desafiado al miedo concentrándose en las zonas atacadas, a pesar de la prohibición oficial de manifestarse. La tensión ha sido, sin embargo, tan evidente que una mínima explosión o el mero grito de alguien ha producido momentos de pánico y estampidas. “Han logrado que tengamos miedo”, decía un joven. “Pasear por París y no volver a casa es una forma de rendir tributo a la libertad”, según un turista argentino.

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Los gestos de desafío se multiplicaron tras los ataques; especialmente este domingo, cuando la ciudad recobraba un tanto la calma. A media tarde, desoyendo la prohibición oficial, miles de ciudadanos acudieron de manera espontánea a la plaza de la República y a las calles adyacentes, las más castigadas por la barbarie. Las velas y las flores en los restaurantes atacados se amontonaban y muchos cantaron La Marsellesa. Un ruido, un posible petardo, bastó, sin embargo, para que la multitud huyera despavorida. Cientos de ciudadanos se refugiaron, como la noche del viernes, en portales que muchos parisinos abrían para ayudarles. “Han logrado meternos miedo”, decía Jean Henriot a las puertas del restaurante asaltado Le Carillon. Henriot venía de ver a un amigo herido en la sala Bataclan.

En otros lugares de la ciudad ocurrió algo similar. Alguien corriendo y gritando era suficiente para generar el pánico. El barrio de Le Marais quedó cerrado por seguridad. Las fuerzas del orden no eran inmunes a la tensión. Pero, una vez aclarada la situación, la gente volvía a las calles. En pocos minutos, los parisinos regresaron a la plaza de la República; en torno a las ocho de la noche.

Cientos, quizá miles de turistas, regresaron sin embargo el sábado precipitadamente a casa. Otros han cancelado las reservas hechas para los próximos días. Así lo aseguran los hoteleros consultados. “Han anulado, sobre todo, los turistas americanos”, explica Jeremy Delgado, del hotel Le Buci, en el barrio latino. En la oficina central de France Tourisme confirman la tendencia. “Estamos intentando tranquilizar a la gente, pero muchos prefieren cambiar de planes. Los más asustados son los asiáticos”, explica Anne Catherine.

El turismo es una de las más potentes industrias de Francia, pero, sobre todo, de París, la ciudad más visitada del mundo. Cada año pasan por la capital 32 millones de turistas que dejan 9.800 millones de euros. El sector genera el 10% de los empleos asalariados. Un portavoz del Gobierno cree que estas reacciones de pánico son siempre pasajeras; que París recobrará pronto su ritmo habitual como ocurrió tras los ataques de enero.

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Elena Valdés, directora de Turespaña en París, considera que los atentados del viernes pueden tener mayores consecuencias. “En esta ocasión son más indiscriminados y eso puede hacer mucho daño a corto y medio plazo”.

Miles de turistas se quedaron en París. Muchos no podían cambiar sus billetes. Otros preferían desafiar al miedo. Ver que los parisinos se echaban a la calle el sábado por la mañana con normalidad animó a muchos a dejar los hoteles y hacer turismo. Los museos, la torre Eiffel, el parque Euro Disney y las salas de fiestas estaban cerrados por orden gubernativa. Los bateaux mouches pararon el sábado “por consideración hacia las víctimas”, según una empleada. El domingo volvieron a funcionar.

“Vamos a seguir amenazados”, dice la sueca Cathalina Belob. “Pretenden asustarnos, pero no podemos dejarles ganar, así que volveremos a París”.

“Los que tenemos una cierta edad sabemos lo que fue el terrorismo”, dice el argentino José Lorido, que pasea acompañado de su mujer y sus dos hijos junto al cerrado Museo del Louvre. “Nosotros no vamos a irnos antes de lo previsto porque es darles el triunfo a los terroristas. No podemos entrar hoy en algunos sitios, pero no importa. Esta es una ciudad preciosa y pasear por ella es una manera de rendir tributo a la libertad”.

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