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Rusia y la Unión Europea exploran vías para mejorar su coexistencia

El presidente de la Comisión Europea se entrevistará con Putin en San Petersburgo

Pilar Bonet
El presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras, el viernes en Atenas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro griego, Alexis Tsipras, el viernes en Atenas.Mikhail Svetlov (Getty)

Aunque es prematuro hablar de “deshielo” entre la Unión Europea y Rusia, hay síntomas de que en ambas partes se exploran vías para mejorar la coexistencia y, a ser posible, la cooperación bilateral, al margen de las sanciones resultantes de las discrepancias por la política y la actuación del Kremlin en Ucrania.

El Foro Económico Internacional de San Petersburgo, que se celebra del 16 al 18 de junio, se perfila como ocasión de tanteo entre Bruselas y Moscú. Al evento acude el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, que se reunirá con el presidente ruso, Vladímir Putin, en la ciudad del Neva, donde se espera también al primer ministro italiano, Matteo Renzi.

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La televisión estatal rusa presentaba el viaje del alto funcionario poco menos que como la peregrinación de un arrepentido y el reconocimiento del fracaso de las sanciones. Sin embargo, los anfitriones rusos cursaron la invitación a Juncker a principios de año, según medios diplomáticos europeos. Putin y Juncker se vieron en varias ocasiones (Australia, Francia, Turquía) en los últimos dos años.

A fines de junio, los 28 países de la UE decidirán si prolongan o no las sanciones que adoptaron contra Moscú en 2014 y, a juzgar por las declaraciones de la responsable de política exterior, Federica Mogherini, lo más probable es que las medidas que afectan a la economía y el sector financiero ruso sean prolongadas por otros seis meses. La prolongación no excluye declaraciones disidentes por parte de países que preferirían “pasar página”, pero que, según medios de la UE, acabarán adaptándose a la política cuyo tono dan Alemania y Francia en tanto que integrantes (junto con Rusia, Ucrania y la OSCE) en las negociaciones de Minsk sobre el conflicto entre Kiev y los insurgentes prorrusos del Este de Ucrania.

Una de las condiciones para levantar las sanciones contra Rusia es el progreso en Minsk, pero, de forma regular, la OSCE informa de infracciones del alto el fuego, contingentes de armas irregularmente desplazados en un conflicto que sigue cobrándose vidas humanas casi cada día.

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Medidas proteccionistas

En previsión de otra temporada de sanciones, Rusia da a entender que no será ella la perjudicada. La semana pasada, el jefe de Gobierno, Dmitri Medvédev, dijo haber ordenado que le prepararan propuestas para prolongar las contra sanciones “hasta el fin de 2017”. Los empresarios del sector agrícola ruso tendrán así “un horizonte más largo para planear sus inversiones”, alegó el primer ministro. Las sanciones a los productos agrícolas de la UE benefician al lobby agrario ruso, del que es gran representante el ministro de Agricultura, Alexandr Tkachov. Medios diplomáticos de la UE opinan que las sanciones de la UE y el derribo de un caza de Turquía han sido utilizadas por el Kremlin para tomar medidas proteccionistas que hubieran sido difíciles de justificar tras la incorporación de Rusia a la OMC. Con todo, la política de “sustitución de importaciones” no produce milagros y la nueva lista de mercancías vetadas excluye algunos productos (carne de ternera y de ave, frutas secas y congeladas) para comida infantil.

La diplomacia rusa, con el presidente Putin al frente, incide en las diferencias entre los países partidarios de la prolongación de las sanciones y aquellos que ya estarían dispuestos a aflojarlas, esperando que eso hará remontar sus exportaciones. El comercio de Rusia con Grecia, al igual que con otros países de la UE, continúa reduciéndose este año tras haber caído un 34% en 2015. El fenómeno podría estar más asociado a una crisis de tipo global, que a las sanciones en sí, pues el encogimiento del comercio con los socios tradicionales europeos no se ve compensado por el incremento del intercambio con los países asiáticos o con el giro hacia China, ya que el comercio chino-ruso en 2015 se redujo un 27,8% respecto al año anterior.

Si las sanciones se prolongan, el reto para evitar el ahondamiento de la fisura entre Moscú y Bruselas pasa por encontrar algún temario común. En busca de un temario innovador esta semana se reunieron en Moscú representantes de think-tanks europeos y rusos. El organizador por la parte rusa era el Consejo de Asuntos Exteriores de Rusia (CAER), que preside el exministro de Exteriores, Igor Ivanov, y por la parte europea la embajada de la UE en Moscú. “Tenemos que encontrar algo para superar las diferencias que resultaron más profundas y más numerosas de lo que pensábamos”, señalaban medios diplomáticos europeos en Moscú. Las ideas que se barajan en vísperas de la visita de Juncker a Rusia se centran en la economía, pero se barajan también una mayor intensidad del diálogo energético y un horizonte para la supresión de visados. De lo que se trata es coordinar enfoques, el de los “cinco principios” aprobado por la UE el pasado marzo, con ideas de expertos rusos. En los sectores académicos y think tanks de Moscú hay diferentes conceptos del futuro internacional, incluidas construcciones intelectuales para fundamentar el distanciamiento de Rusia en relación con Europa. Otros, como Andréi Kortunov, el director general de CAER, parten de la necesidad de salvaguardar la relación entre Rusia y la UE, porque “pese a todos los problemas y decepciones mutuas, la cooperación con los países de la UE es y seguirá siendo única para Rusia”, no por el nivel de comercio sino por “su calidad” y por los beneficios que supondría para Europa una “verdadera modernización de Rusia”, en un sentido amplio que incluye el florecimiento de la sociedad civil.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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