Podemos abandonó hace tiempo la aspiración a construir un proyecto nacional. Ha asumido el extravagante supuesto, que tanto ha contribuido al declive de los socialistas: la igualdad de todos es compatible con el nacionalismo
Ni somos infalibles, ni tenemos superpoderes y, sin embargo, a partir de nuestras limitaciones cognitivas es posible mejorar el proceso de elección entre varias opciones en todos los campos, incluyendo la política
Cierta izquierda opta por la sobreactuación. Se ha visto en ayuntamientos y autonomías. En vez de ocuparse de las tareas para las que han sido elegidos, disparan por elevación: refugiados, pobreza energética, república, paz, TTIP
España ha visto como instituciones en principio diseñadas para resolver problemas, como los territoriales, han servido para recrearlos al servicio de las élites locales. Por eso cualquier reforma del modelo actual debe estudiarse con todo detalle
No se ganan elecciones recordando verdades amargas y retos fatigosos. Y se sabe que no es fácil rentabilizar en votos actuales la solución a los problemas de mañana, que todavía no se ven, aunque se cultivan ahora
Son muchos los herederos ideológicos de Marx que se han vuelto comprensivos con la sinrazón religiosa, simpatizan con quienes levantan comunidades políticas identitarias y muestran antipatía contra el proceso globalizador
Otegi no estaba en la cárcel por sus opiniones, sino por su comprobada relación con ETA. Nadie en Alemania reivindica a los nazis; aquí hay cargos públicos que honran a etarras o a quienes han colaborado con ellos
No se trata de alentar una imprecisa cultura del consenso, que escamotea los conflictos, sino de enmarcar un perímetro democrático donde todo se puede discutir
Nuestra Constitución se redactó en una atmósfera intelectual señoreada por
una izquierda que estaba pensando en el socialismo, utilizaba “socialdemócrata” como insulto y consideraba al Estado de bienestar como un trampantojo
Iglesias decidió ir a las elecciones generales con los nacionalistas catalanes; eso es lo que significa su exigencia de un referéndum en Cataluña. La izquierda tiene que abordar el nacionalismo como lo que es, un pensamiento reaccionario sin reservas
Cualquier ideología política o concepción de mundo puede ser objeto de crítica y hasta de burla. En democracia, esas actitudes no solo deben garantizarse, sino también exigirse
La política antiterrorista se enfrenta a una contradicción: cuando funciona, no
hay noticia. Atribuir los atentados a la injusticia no nos dice cómo reaccionar; en 1939, el problema era hacer frente a Hitler, no revisar el Tratado de Versalles
Por principio, el nacionalismo se resiste a aceptar el debate de ideas y propuestas según baremos comúnmente aceptados de justicia, bienestar, interés general o racionalidad. Por eso es insufrible la cháchara de la conllevancia
Frente a la idea de la nación republicana, territorio político común de los compatriotas, se levanta la nación sostenida sobre la identidad, que excluye a los ciudadanos que discrepan
Podemos tenía todos los mimbres (proyecto común, militancia dispuesta y espacio político) para enfrentarse con razones al nacionalismo. Pero se ha convertido en un centro de acogida de proyectos estériles que están vampirizando su proyecto
Somos buenos juzgando las ideas de los demás e imprudentes defendiendo las nuestras pero no debemos olvidar que corremos el riesgo de ser ignorantes e incurrir en prejuicios y descuidos al emitir nuestros juicios
Resulta inquietante que no se hayan abordado los problemas institucionales que la llegada de Podemos ha sacado a la luz. No ha habido un debate serio sobre la renta básica ni tampoco sobre la crítica a la democracia
Com el problema rau en el fet que Catalunya no se sent a gust en el marc constitucional, la resposta és oferir una Espanya acollidora i atractiva. Però el que importa és la igualtat, la llibertat i la justícia
Como el problema radica en que Cataluña no se siente a gusto en el marco constitucional, la respuesta es ofrecer una España acogedora y atractiva. Pero lo que importa es la igualdad, la libertad y la justicia
La tentación de explicar las cosas recurriendo a entes esenciales a los que se atribuyen intenciones, voluntad, aspiraciones e identidad colectiva tiene consecuencias desastrosas. Entre ellas, la pérdida del sentido común
Cuando las palabras impiden entender las cosas, toca abandonarlas: las dificultades que surgen de preguntas incorrectas no tienen solución. En Cataluña, los problemas de los políticos no son los de los ciudadanos
El nacionalismo apela a los sentimientos al tiempo que reclama una solución política, pero para llegar a un acuerdo hay que estudiar, y desmentir en su caso, los motivos que los han impulsado
El empeño en “extender la conciencia nacional” solo tiene sentido si los individuos no creen que son una nación y si hay democracia no cabe la secesión porque se realiza en contra de lo que todos hemos decidido
La identidad colectiva como sujeto político, la emoción como argumento y el hipermoralismo como solución a los males del mundo anuncian que el romanticismo se ha instalado en la propaganda de los partidos
Sobre Cataluña, el problema no es de moderación o radicalismo, sino de naturaleza de las cosas y claridad de ideas. Incluso cuando las ‘terceras vías’ son posibles, no hay razón para atribuirles superioridad alguna
Hubo un tiempo en que la izquierda despreciaba lo que más adelante consideró una gran conquista proletaria. Lo que un día fue trampa y embeleco se convirtió en la estación final de una ruta minuciosamente planeada
Las sinecuras, que existen, no bastan para explicar cómo personas competentes dejan pasar a su lado la corriente de las necedades sin decir esta boca es mía. Hay una dimisión del uso de los propios talentos