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Reportaje:

"Mi primo está chungo, chungo"

La familia lucense de Fidel Castro teme que ya no podrá despedirse de él

Victoria López Castro, hasta la victoria siempre, sale al camino y desenrosca el póster gigante que le regaló su primo Raúl hace dos años, cuando vino a Láncara para conocer sus raíces. En la aldea de Armea, frente a Casa Victoria, se despliega en todo su esplendor la cabeza de un Fidel Castro todavía recio, y la prima gallega, emocionada, grita sin importarle el vecindario: "¡Te quiero, moreno!".

Victoria "adora" a su primo barbudo. Con 78 años, la más joven de los Castro se casó el 24 de diciembre, después de llevar tres primaveras viviendo en pecado con Julio. Si no fuese porque a su flamante esposo le dan miedo los aviones, le hubiese gustado viajar de luna de miel a Cuba, para "decirle adiós" a Fidel. Sería, lamenta, "la despedida definitiva", porque ella a su primo mayor lo ve "muy malito": "Los Castro nos parecemos todos mucho por fuera y por dentro. Somos una raza muy fuerte, pero hasta el más fuerte cae cuando le viene el mal. Fidel era una gran barra de hierro, pero se fue ablandando, y ahora lo veo chungo, chungo".

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Victoria es la última de la familia que queda en los contornos de Láncara. De diez hermanos, sólo siguen vivos Alfonso, que vive en Barcelona, y Estelita, que marchó a Portugal y está ya muy enferma. La prima sana de los Castro mantuvo siempre una relación estrecha con los hijos del tío Ángel, emigrado a finales del siglo XIX, y se convirtió con el tiempo en la preferida del dictador. Cuando en el 82 volvió de Suiza, tras dos décadas de trabajo, Fidel se la llevó un año a La Habana e intentó que se quedase allí para siempre. "Me puso chófer oficial, médicos y cocineros. A Fidel le encantaba tenerme cerca, sobre todo desde que supo que en Suiza había trabajado en una fábrica de munición".

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Por Casa Victoria han pasado disidentes "camuflados", la vieja secretaria de Fidel, Conchita, "que era de Redondela", policías, guardaespaldas e infinidad de cargos del Régimen. El cónsul cubano en Galicia la visita con frecuencia. "La última vez, se llevó un montón de manzanas rojas, de esa porrada que tengo ahí", recuerda, "y ahora tenemos pendiente una comida, aunque con estas cosas que están pasando en Cuba puede que se retrase".

Desde que Fidel enfermó, todo está estancado. Aquí igual que allá. En 2005, en la última visita que le hizo a La Habana junto con los admiradores de la Asociación Cultural Val de Láncara, Fidel ya no quiso que lo vieran. En anteriores viajes, mismo en 2001, había "cocinado y servido él la comida en el Palacio de la Revolución" y, como cuenta Carlos López Sierra, presidente del colectivo y concejal del BNG en el municipio, estuvieron "cenando 12 horas". "Y si no nos llegamos a levantar, como habla tanto, aún estaríamos allí sentados".

Pero Fidel, "que es de lo más presumido", ya no se deja ver ni por los suyos. Y aquí la casa natal de su padre, que iba a convertirse en museo, está medio abandonada. En 2005, Felipe Pérez Roque, ministro de Asuntos Exteriores, se hospedó en casa de López Sierra y anunció que iba a encargarse personalmente de sacar adelante el proyecto. Luego llegó el rumor de que el colon del comandante no andaba muy católico y se cortó la comunicación. Ayer, la humilde casa de los Castro, con el dormitorio encima de la cuadra para aprovechar el calor de los bueyes, estaba abierta de par en par. Alguien había forzado la cerradura.

En los bares de Láncara, un lugar en el que incluso se le puso el nombre de Cuba a la isla que hay en medio del río, ayer se habló bastante de la Revolución. "Déme un periódico, pero de los de Fidel", le pedían al quiosquero en la capital municipal, A Pobra de San Xián. El concejal del BNG cree que la retirada del líder dará paso a "una transición económica más que política, al estilo de la de China" y está convencido de que su amigo Raúl Castro, que aún recientemente le mandó una caja de puros, "ya tiene hace tiempo la idea en la cabeza": "Será capaz de cambiar el Régimen sin traumas porque es más prágmático que su hermano y allí todo el mundo lo apoya... Raúl es más callado, pero es un tío entrañable".

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