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Fox asegura que no aceptará chantajes al cumplir sus primeros 100 días de gobierno

El 48% de los mexicanos cree que el nuevo Ejecutivo es más de palabras que de hechos

Juan Jesús Aznárez

Fox llegó a los 100 días habiendo modificado a la baja las expectativas de crecimiento económico, pendientes aún de proyectos imposibles de ejecutar en tres meses, y con una popularidad aún alta: en torno al 78%. No obstante, el 48% de una encuesta observa en su mandato más palabras que hechos. Sin embargo, Fox ha promovido las libertades, la decencia y la solución pacífica de las controversias con un ímpetu ausente en anteriores administraciones. El 2 de julio del pasado año, un político de perfil empresarial y discurso de visionario derrotó la hegemonía de siete decenios del Partido Revolucionario Institucional. 'Algo que mueve a la reflexión es la tendencia que ha mostrado Fox a sobredimensionar el valor de los sondeos y el manejo de la imagen como instrumentos de gobierno', señala Regina Santiago, directora de la consultora Ciam S. C.

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Durante su primer día de gestión al frente de México, el singular jefe de Estado ofreció a sus 100 millones de compatriotas un país nuevo, próspero, democrático, donde la impunidad y el abuso del poder no tuvieran cabida. 'Un nuevo estilo y una nueva ética regidos por la transparencia, la legalidad y la tolerancia política han guiado nuestras acciones', declaró la tarde del lunes en un mensaje a la nación. 'Encabezo un Gobierno abierto y transparente, que no ha dado motivo alguno para sospechar de sus decisiones porque nada tiene que ocultar'. No pocos reprochan que, aunque nada tiene que ocultar, sí debería ventilar delitos cometidos impunemente durante los años negros del partido que fue régimen.

Los primeros 100 días del mandato a escrutinio se habían cumplido el pasado sábado, día en que la caravana liderada por el subcomandante Marcos se acercaba a Ciudad de México exigiendo al gobernante acciones concretas para reanudar el diálogo de paz en Chiapas, suspendido en 1996 tras las diferencias surgidas entre el gobierno de Ernesto Zedillo (1994-diciembre de 2000) y el EZLN. De hecho, esa crisis ha ocupado buena parte de la agenda presidencial, y seguirá requiriendo de su atención mucho más tiempo. Pese a las carencias y los incumplimientos derivados de la envergadura de los retos asumidos, de la profundidad de los males nacionales o de promesas criticadas como demagogas, el presidente mexicano disfruta aún de una popularidad considerable: un 78%, frente a un promedio del 85% hace tres meses. Casi la mitad de los consultados, de todas formas, consideraron que el Gobierno es 'más de palabras que de hechos'.

Los hechos de mayor impacto económico, los programas sociales destinados a beneficiar a los más pobres están en camino y su consecución marcará la diferencia, reiteran fuentes oficiales. Uno de ellos es la reforma fiscal, cuyo solo anuncio levantó ampollas entre quienes denuncian que perjudicará a los nacionales con menor poder adquisitivo. El margen de maniobra del Gobierno es reducido, pues la servidumbre de las diferentes deudas compromete más del 80% del presupuesto y el nuevo partido gobernante, el conservador Partido de Acción Nacional, es la segunda minoría en el Congreso y algunos de los proyectos y reformas ambicionadas requieren de mayorías cualificadas.

La figura del presidente apasiona a los sociólogos, y uno de ellos, Gabriel Careaga, lo define como un caudillo moderno que maneja diestramente los símbolos, demuestra su compromiso con un proyecto que incluye a todas las clases sociales y 'proclama la solidaridad a través de invocar a la familia, a la patria y, sobre todo, a la religión'. Según Careaga, muchos mexicanos secundan 'el culto a la provincia que no está corrompida por la capital, al hombre de campo que se levanta temprano, maneja tractores y es ranchero con vocación de predicador'.

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La apertura ensayada por el ex gobernador de Guanajato y ex gerente de Coca-Cola no sólo ha sido económica, sino también política. A rebufo de sus invocaciones por la modernidad y los derechos humanos, la judicatura ha dictado sentencias y aprobado extradiciones, imposibles durante la política de no injerencia en los asuntos de otros países seguida por el PRI.

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