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Un cargo de Interpol alerta de la capacidad del terrorismo de adaptarse

La organización espera que se estreche la colaboración para neutralizar esta amenaza

Javier Martín-Arroyo
Oficiales de policía de Ginebra requisan un coche este viernes en el aeropuerto Cointrin tras elevar el nivel de alerta de ataques terroristas.
Oficiales de policía de Ginebra requisan un coche este viernes en el aeropuerto Cointrin tras elevar el nivel de alerta de ataques terroristas.PIERRE ALBOUY (REUTERS)

Interpol tiene una obsesión en la lucha contra el yihadismo: neutralizar la exitosa propaganda en Internet del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) que ha animado a unos 25.000 combatientes a alistarse en sus filas. Para borrar esa difusión en la web, la organización de cooperación policial recaba desde hace meses el apoyo de los grandes buscadores y redes sociales. Desde 2013 sus agentes han recopilado nombres y apellidos de estos yihadistas cuyos retornados representan la peor amenaza para nuevos atentados en Europa. En dos años Interpol ha fichado 5.600 del total estimado de 25.000 combatientes por la yihad. “Hablamos de la botella medio llena o vacía. Casi 6.000 es casi un 25% de identificados en base de datos. No es nada, tenemos que seguir avanzando, pero llevamos solo dos años. Los 25.000 están en todo el mundo… Oceanía, Asia, África”, comenta esperanzado el mando de Interpol J. F. H. —que pide ser identificado con iniciales—, representante de la organización en las jornadas sobre combatientes terroristas extranjeros celebrada hace tres semanas en Sevilla.

El mando enfatiza la dimensión global del fenómeno yihadista y cómo la cooperación policial es clave para sumar operaciones preventivas que arruinen atentados venideros. De los 190 países que forman Interpol, 54 intercambian información sobre yihadistas, un grupo que conforman todas las grandes potencias y los Estados que sufren esta violencia en los cinco continentes, aunque de momento Latinoamérica permanece ajena. “El terrorismo no desaparece. Es como la energía, se transforma. Los cuerpos policiales tienen que entender que la información no me vale tenerla en el armario, en el despacho. Antes eran problemas de un solo país y hoy es absolutamente global. No hay un solo país que no se vea afectado por el problema de los combatientes terroristas internacionales”, matiza este directivo policial.

¿Detecta Interpol un vínculo directo entre los países que participan en los bombardeos en zonas de conflicto de Oriente Medio y los ataques terroristas en Occidente? “El terrorista ataca donde puede. Donde puede y resulte propagandístico. No realiza un acto terrorista de hoy a mañana porque se ha tomado una decisión política hace dos meses. No me creo el razonamiento que se da [desde el ISIS]. Han podido atacar ahí, lo han hecho y luego ellos buscan la excusa de por qué han atacado ahí”. Francia es el país del que más terroristas han partido para unirse a las filas del Estado Islámico. España cifra sus propios combatientes yihadistas en 139. “La captación de jóvenes de segunda y tercera generación puede ser el mayor factor de la inquina del ISIS contra Francia. Es el país con más combatientes y la inmigración ha sido el origen entre todos los factores”.

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A pesar de que los atentados se suceden en todos los continentes de manera periódica desde hace más de una década, los frutos de la colaboración policial superan de lejos las malas noticias. Numerosas células son detenidas y los atentados abortados gracias al intercambio de información entre los cuerpos de seguridad. La lupa policial observa el proceso de reclutamiento y captación, la difusión en redes sociales, los movimientos transnacionales y, finalmente, llegan las detenciones preventivas, aunque a veces las alertas policiales resulten ineficaces e insuficientes para evitar las matanzas, como en el caso de París.

¿Qué análisis hace tras los últimos atentados? “Desde Interpol tenemos asumido que este es el pan nuestro de cada día. Nuestra vida no cambia porque haya un atentado o dos, nuestra vida siempre es la prevención y evitar lo que pueda pasar. Antes de que pasara nada, fuimos los primeros en adelantar que había que tomar medidas sobre lo que empezaba a suceder en abril de 2013. Desde ahí empezamos a poner nuestra logística de cómo atajar el problema”.

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La lucha cibernética se centra en los últimos tiempos en el análisis de los medios de comunicación sociales y las redes sociales. Los atentados marcan la agenda. “Mientras celebramos este grupo de trabajo en Sevilla, cuatro miembros se han quedado a los países europeos para identificación y análisis de toda la información que está surgiendo (…) El tema de fronteras es difícil… en Bélgica, en 100 kilómetros estás fuera del país”, comenta para ilustrar las dificultades que afronta la policía belga.

Interpol respalda los intentos de los países europeos para tratar de blindar las fronteras exteriores de la UE, aunque con la distancia de que nunca interfiere directamente en los debates entre países sobre legislación. La organización con sede en Lyon también apoya otras medidas como la creación de un Registro de Nombres de Pasajeros (PNR), a falta de la luz verde del Parlamento Europeo. “El PNR es una medida eficaz y toda medida de seguridad es buena (…) El problema es la frontera Schengen o no. No solo hablamos de que las armas que vengan de fuera de la UE, hablamos de las personas. Pero es un debate político, es un problema donde Interpol no puede entrar”, matiza el directivo.

¿Qué retrato tiene Interpol del yihadista internacional? “Muy diverso. Licenciados universitarios y sin techo. La debilidad mental para caer en estas redes está muy extendida. Hay márgenes de edades, pero no un patrón de perfil del combatiente”.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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