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“Saben quién soy y por qué estoy apareciendo ante ustedes”

El EI obliga a sus víctimas a anunciar su muerte y enviar mensajes a sus gobiernos Reporteros Sin Fronteras estima que 29 periodistas están en manos de radicales en Siria e Irak

La cautela impera ante el secuestro de reporteros, por lo que es difícil saber cuántos están en manos de radicales en Siria e Irak. Reporteros Sin Fronteras estima que son 29, entre ellos nueve extranjeros. El Comité para la Protección de la Prensa (CPJ) rebaja la cifra a una veintena, la mayoría sirios.

A mediados de agosto, el Estado Islámico difundió un vídeo que mostraba la decapitación del reportero estadounidense James Foley, natural de Rochester, en el Estado de New Hampshire, y graduado en la escuela de periodismo de Medill (Illinois). Foley fue secuestrado por un grupo de militantes yihadistas en la provincia de Idlib el 22 de noviembre de 2012.

Jim Foley en 2011,
Jim Foley en 2011,Steven Senne (AP)

En la noche del martes 19 de agosto se supo que Foley, reportero freelance que trabajaba para Global Post y la agencia France Presse, había sido asesinado por sus verdugos como represalia por el ataque de la aviación norteamericana a posiciones del Estado Islámico en Irak. El periodista era un veterano en la cobertura de conflictos como el de Afganistán, donde cubrió empotrado la labor de las tropas estadounidenses. Recordado por los que le conocieron como un concienzudo profesional, Foley fue retenido en 2011 en Libia por las fuerzas del régimen durante seis semanas junto con la periodista Clare Morgana Gillis y el fotógrafo español y premio Pulitzer Manu Brabo.

Horas después de conocerse su brutal asesinato, la Casa Blanca y el Pentágono confirmaron que Estados Unidos había intentado recientemente rescatar a varios rehenes en una infructuosa operación militar en Siria. La operación, centrada en una “red concreta de captores” del EI, no tuvo éxito porque “los rehenes no estaban presentes en el lugar” donde se realizó, explicó el portavoz del Departamento de Defensa, John Kirby, en un comunicado. El EI llegó a pedir un rescate de 132 millones de dólares (100 millones de euros) a cambio del periodista.

En el vídeo del asesinato de Foley, se mostraba a otro periodista estadounidense secuestrado en Siria, Steven Joel Sotloff, al que el EI amenazaba con matar también si Obama no ordenaba el cese de los bombardeos contra sus posiciones en Irak.

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Steven Joel Sotloff, con casco negro y libreta en mano, en Misrata (Libia) en 2011.
Steven Joel Sotloff, con casco negro y libreta en mano, en Misrata (Libia) en 2011.GETTY IMAGES

Tras varias amenazas, dos semanas después, el 2 de septiembre, los yihadistas mostraron en otro vídeo la ejecución Sotloff, de 31 años, capturado en Siria en agosto de 2013. Durante los dos minutos y 46 segundos que duraba la grabación, titulada “Un segundo mensaje para América”, Sotloff, arrodillado y vistiendo un uniforme naranja, habla, con una tranquilidad brutal, para definirse como “el precio a pagar” por la intervención de EE UU en Irak. “Soy Steven Joel Sotloff. Estoy seguro de que a estas alturas saben exactamente quién soy y por qué estoy apareciendo ante ustedes”. Su madre, Shirley Sotloff, pidió en vano clemencia para su hijo en un mensaje dirigido al EI en agosto: “Como madre, pido que tu justicia sea misericordiosa y que no castigues a mi hijo por asuntos que él no puede controlar”.

David Haines con su hija, en una imagen de Facebook.
David Haines con su hija, en una imagen de Facebook.

Como en el caso anterior, David Haines, cuya presunta decapitación se difundió anoche, aparecía como posible próxima víctima en el vídeo del asesinato de Sotloff. Su verdugo, según el portal SITE, especializado en terrorismo, es un hombre enmascarado con aparente acento británico y podría ser el mismo que asesinó a los periodistas estadounidenses James Foley y Steven Sotloff.

David Haines, de 44 años, es originario de Perthshire (Escocia) y tiene dos hijas. Antes de ir a Siria había realizado tareas humanitarias en los Balcanes, Libia y Sudán del Sur. En el momento de su secuestro, en marzo de 2013, trabajaba en la Agencia de Cooperación Técnica y Desarrollo (ACTED). Sus familiares había pedido al EI que se pusiera en contacto con ellos poco antes de la difusión de las imágenes.

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